antojo de no

ojalá mis domingos no fueran de asados

y recuerdos de gente que no está

o nunca estuvo

ojalá mi mente no se fuera

a navegar por los riachos del pasado

con las velas bajas y sin viento

ojalá mi nostalgia no fuera un remolino

de hojas sin fin que me sepulta

en un día húmedo de otoño

ojalá no pensara para qué todo esto

qué sentido tiene

qué solos estamos los vivos

qué larga es la muerte

y qué corto el amor

ojalá no sintiera que los hilos son finos

tan finos

que siempre se cortan

librándonos a nuestra propia suerte

ojalá mi jaula fuera invisible

o yo ciega

o mejor aún—

ojalá no tuviera cabeza

ni tripas, ni corazón

primitivo

Ernesto Garcia Peña Tutt'Art@
pintura de Ernesto García Peña

extraño los músculos laxos

del amor joven y fresco

me falta el aire claro

de las ilusiones sin grietas

sin astillas

sin peros

quisiera correr desnuda

por el bosque prístino de un amor nuevo

reír despreocupada

mientras las horas picotean al viento

y la nada invade para hacerse el todo

quiero sentir las serpentinas de tus manos

enredarse en mis rulos y mis órganos

prescindir del manto de nuestros pesares

dejar correr tu voz por el vergel

de mis nidos oscuros

nadar confiada

entre las aletas del miedo

/quiero todo y tengo nada/

y añoro, añoro

añoro los años de los sueños sin freno

los ojos bien abiertos

la boca lábil

la piel propensa

el amor de principiante

espectral

pegado en el fondo de la azucarera

detrás de cada gemido ahogado contra la almohada

debajo de mis uñas entintadas

entre los meniscos fugitivos

enredado entre los tallarines del domingo

en la hornalla que quema mal

en las telarañas tercas del techo

en las estrellas tenues de la ciudad

en el brillo opaco de las luces en los bares

en todos lados estás vos

/ya no mi compañero

mi amante

mi hombre/

apenas un fantasma

que viste tu nombre

en los alcoholes de la noche

 

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Ph. Leonardo Mosquera

elástico

Neil Curtis Body Art
Artista: Neil Curtis

 

anoche dormí con tu no-cuerpo

el frío silencioso de tu no-alma

envolvió mi cuerpo trémulo

—te soñé—

te busqué

entre las lianas de la soledad acompañada

te pensé

con el haz desesperado de la nada

 

la distancia es un puente elástico

un chicle eterno

que nunca para de estirarse

busco tijeras, cuchillos, serruchos

paseo los filos por nuestros pasillos empañados

lo que nos une no se corta

solo se hace invisible y doloroso

se cuece el dolor a fuego lento

con la olla a medio tapar

 

anoche dormí con tu no-cuerpo

hablé muda con tu no-voz

y acá estoy:

haciéndome polvo gris

en este no-amor eterno

 

libertad

Tenía sueño pero igual salió de la cama. Se asomó por la ventana y miró el mar, sonriente. La abrió y sintió la brisa húmeda adherirse a su piel. Por unos instantes breves como chispazos, sintió melancolía, hasta le pareció sentir el olor de su casa. Cerró los ojos y se dejó acariciar por el susurro inquieto de su propio pelo, que flameaba sobre sus hombros. Volvió a cerrar la ventana. De la melancolía y la culpa, no quedó ni una mota. Todos se iban a arreglar bien sin ella. Y si no, mala suerte. Demasiados años había perdido ya en dedicarse a todos menos a ella. Volvió a la cama, se deslizó debajo de las sábanas y empezó a tocarse los pezones mientras recibía la tibieza del sol de la mañana en la cara. No tardó en acabar. Le había encontrado la vuelta hacía poco, a esta altura de la vida. Nunca es tarde, se dijo. Cerró los ojos y se quedó escuchando sus propios latidos agitados con el trazo de una semisonrisa en la boca. Y estalló en llanto, desconsolada.

domingo

el domingo es un agujero negro

de bordes redondos

de risas ahogadas

en llantos de azahar

el aliento podrido

de las promesas porosas

el sueño intermitente

del futuro luminoso

que nunca llega y nunca está

el domingo es el día de la muerte

si la muerte tuviera un día

y cae líquido como la sangre

y espeso como el pesar

lacerando todo intento de respirar

te odio, domingo, por ser tan mío

tan cierto, tan incondicional

 

Pisado

Me gustaría correr, abrazarte, decirte que nos olvidemos de todo, hacerte reír. Extraño tu risa. Extraño mi risa con tu risa. Quiero cerrar el libro, quemar las páginas, sentarme al lado tuyo, mirar para el mismo lado.

¿Te acordás cuando soñábamos? Creíamos que había un futuro y respirábamos. Pasábamos tardes enteras mirándonos a los ojos y leyendo pensamientos. Las tardes en el Bar de Cao de miradas cómplices y literatura.

Me gustaría correr, abrazarte. Sentirte de nuevo parte de mí, volver a recorrer la arena de los recuerdos que ya no son, que se pierden en archivos temporarios de un disco rígido empañado. Me gustaría, sí.

Volver a sentarme frente a la ría amplia de tu corazón patagónico, virgen de mí, fresco de cagadas, errores, desaciertos y soledades.

Correr y abrazarte y quedarme así, quietita, dormida en tu vida de nuevo. Una siestita.

Me gustaría correr y corro, sí. Corro rápido, sin mirar atrás. Corro sin vos, lejos de vos.

El horizonte es todo distancia.

estúpido

de tus ácaros

me llevo su conciencia

me echaste veneno en los ojos

y ahora me arden,

cascabeles en llamas

saliva seca en la llaga viva

 

no te deseo la muerte

sino que mueras

por los senderos sombríos

de los brazos secos

que no encuentres esos caramelos

que te retengan las solapas del amor

y las piedras te sinceren la pasión

 

estúpido,

¿qué pensabas,

dónde estabas?

no eras

 

te regalo la gangrena estoica de mis nostalgias

el vino agrio de mis pensamientos

la ofrenda absurda de mi pecho vacío

 

la estupidez

es un máscara blanca

de volcanes apagados y sílabas remendadas

—ya me tiembla el ombligo—

nos vemos en otra vida, estúpido