la ropa hecha bollo salpica el piso desnudo
la cama es un caldero de vapores calientes
las ventanas sudan empañadas
una ráfaga de gemidos barre los silencios de la semana
los pétalos de mi cuerpo receptor
siguen abiertos al vendaval
que dio vuelta mi casa
y dejó mis músculos desbaratados
como un tibio huracán—
estoy impregnada de tu semen
y no me quiero bañar
por las dudas no vuelvas más
y quede fría y limpia otra vez
así, toda ordenadita
Algunas ausencias son duras de llevar. Genial poema, Verona.
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